Ah, ¡la pregunta de los 64,000 chivatos! Una duda que me traen muchos padres cuando primero entran en contacto conmigo. ¿Qué es la terapia educativa? ¿Para qué sirve la terapia educativa? ¿Cómo sé si mi hijo necesita la terapia educativa? ¿La terapia educativa es lo mismo que tutorías? Y otras cosas más. Y, aunque esta conversación toma varios minutos, trataré de ser lo más escueta posible para que tenga una idea.
Antes de saber cualquier cosa, primero debemos hablar de lo que significa una terapia. La terapia la define la Real Academia Española como un "tratamiento empleado en diversas enfermedades somáticas y psíquicas, que tiene como finalidad rehabilitar al paciente haciéndole realizar las acciones y movimientos de la vida diaria”, o "tratamiento destinado a solucionar problemas psicológicos”. Así que la palabra terapia se refiere más a los procesos psicológicos. En lo personal, prefiero utilizar el concepto de “intervenciones educativas” porque lo encuentro más preciso. Se interviene en los procesos educativos; no hay un proceso psicológico necesariamente envuelto. Nosotros participamos y guiamos en un proceso con el fin de ayudar al participante cumplir sus metas y objetivos. Sin embargo, se ha popularizado el uso de “terapia educativa”, así que eso mismo usaré por el resto de este escrito.
Estas intervenciones o terapias tienen como propósito trabajar directamente con un participante unos rezagos identificados en la lectura, escritura o matemáticas. A veces hay niños o niñas con un nivel de lectura por debajo de lo que se espera para su grado. Es decir, un niño puede estar en tercer grado y tener un nivel de lectura de primer grado. Cuando algo así es lo que sucede, se les hace un plan de intervención para identificar lo que se desea cumplir a largo y corto plazo. Y, de acuerdo a ese plan, se trabajan actividades para poder lograr esas metas y objetivos en particular. Es probable que lo que vea que se trabajó en la terapia educativa es muy diferente a lo que se está trabajando en la clase. ¡Esto es normal! Recuerda que estamos trabajando directamente con las dificultades del participante, no necesariamente esto va alineado con el currículo.
Lamentablemente, esto no es una respuesta simple de sí o no. Puede que su chiquito necesite terapia educativa o tutorías. ¡Quizás necesita ambas! Pero esta discusión lo dejamos para un futuro. La terapia educativa se ofrece cuando sabemos que su nivel en alguna destreza está por debajo de lo esperado para su grado o edad. A la más leve sospecha, mi recomendación es que se le haga una prueba psicoeducativa. Las evaluaciones psicoeducativas, entre otras cosas, evalúan el área académica y especifican las fortalezas y debilidades en las áreas de lectura, escritura y matemáticas con respecto a una norma. Esta prueba es indispensable para el comienzo de las terapias educativas. En otras palabras, no se debe empezar una terapia educativa sin su debida evaluación psicoeducativa.
La realidad es que no sabemos exactamente cuánto tiempo estará recibiendo los servicios. Lo común es que tenga una duración entre 30-45 minutos (aproximadamente). Y su frecuencia depende del nivel del rezago y la agenda del mismo participante. Cada especialista tiene su opinión particular. El tiempo, también, dependerá de cómo se acogen las recomendaciones en el hogar. Es muy difícil establecer progreso si no hay cooperación por parte de los cuidadores o padres en el hogar. ¡Es un trabajo en equipo!
Hay muchos casos que deberían tomar ambas. Esto nos dejaría preguntando, ¿cuál es la diferencia entre las dos? Pues, eso lo estaremos discutiendo a fondo en nuestro próximo artículo. Por ahora, recordemos que el aprendizaje es el camino que debemos siempre tomar. Como establece un proverbio chino, “El aprendizaje es un tesoro que seguirá a su dueño a cualquier lugar.”